España está envuelta en múltiples procesos de corrupción, a cada cual más grave, y que afectan a todas y cada una de las instituciones del Estado. Desde la Casa Real y el Gobierno hasta partidos políticos en su conjunto pasando por Ayuntamientos, Diputaciones o Gobiernos regionales; nadie se salva pero, ¿por qué no dimiten cuando recae sobre ellos la sombra de la sospecha? y lo que es aún peor, ¿por qué no lo hacen cuando ya están metidos en el proceso judicial?
Cierto es que vivimos en un Estado de Derecho (aunque a muchos se les olvide últimamente); y también es cierto esa máxima jurídica de que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario; pero esto no debería cumplirse cuando se trata de personal pagado con fondos públicos que salen de los impuestos de todos los españoles. Ahí debería serse más estricto, más serio y no jugar con diles y diretes, con lanzar la piedra y esconder la mano para, al menos, intentar que se mire para otro lado.
Contamos con unas instituciones que están perdiendo el respaldo social por culpa de 'cuatro mangantes' que se han dedicado a llenarse los bolsillos a costa del ciudadano. No es posible que haya en el Congreso, o el Senado, políticos (da igual el color de su partido) inmersos en procesos judiciales. Lo mismo pasa si nos centramos en las instituciones regionales o en las locales. Cuando un trabajador hace mal su trabajo en repetidas ocasiones, ¿no termina por ser despedido?; cuando un trabajador demuestra no ser competente, ¿no lo echa a la calle el empresario?; visto así, ¿no debería ser igual con los políticos? Al que no es competente, al que no sabe ejercer su cargo, al que se mete en política por hacerse rico y no por la vocación al servicio público, a todos esos los ciudadanos deberían tener el poder de echarlos con la simple petición de su dimisión.
Demuestran día a día que desconocen lo que es la ética, lo que es la moral (aunque en ocasiones su moral -religiosa- les basta para tomar una medida), y así nos va. Se está demasiado cómodo en el sillón del poder; es muy fácil escudarse en el recurso de que cada cuatro años el ciudadano tiene derecho al voto, pero ese es el problema. La casta (y caspa) política entiende la democracia como aquello que se ejerce cada cuatro años. El verdadero demócrata la entiende como aquello que se ejerce dignamente, de manera honrada y limpia, y que funciona a diario y no sólo cuando se convoca a comicios.
Si ser parte de un proceso judicial no es suficiente; si el mero hecho de que la sombra de la sospecha planee sobre sus cabezas no basta; si las peticiones de dimisión de los ciudadanos son mudas a sus oídos; si el clamor social por una democracia sana les es imposible verla, entonces...¿qué necesitan para dimitir?