viernes, 22 de febrero de 2013

Sin sorpresas

El Debate sobre el estado de la Nación se convirtió en un mero trámite para el presidente del Gobierno. Un trámite extraño y excepcional en su mandato, pero simplemente eso, un paseo por el Congreso de los Diputados que no le supuso ningún dolor de cabeza. 

El presidente sigue viviendo en su burbuja de La Moncloa, y da datos cuasi triunfales de una realidad tétrica, deprimente, caótica y derrotista que vive gran parte de la sociedad de este país. Un paro que no deja de aumentar, una educación que deja mucho que desear, una sanidad que sufre de extremada delgadez, una justicia elitista... Pero él no lo quiere ver.

No obstante, la oposición a éste gobierno es bastante deficiente, y así lo demostró en las dos sesiones de debate. El PSOE fue incapaz de hacer frente a unas réplicas acusadoras sobre su gestión, y que no quiere (o no puede) levantar cabeza, resarcirse y mirar al futuro. No le es posible plantar cara porque él mismo se lo impide. El resto de fuerzas parlamentarias cumplieron el papel esperado por cada uno de ellos. El que llevan desarrollando desde el inicio de la legislatura.

La única excepción es la insistente aparición de Bárcenas en las voces de los portavoces. Dardos que el señor Rajoy intentó esquivar como pudo (mal), echando balones fuera (de mala manera) y con algún que otro lapsus (inversoBres por inversores). Pero poco más. El momento ideal para ser incisivo, hiriente, crítico al 100% y plantar la verdadera situación de España ante un gobierno falto de miras nítidas, se lo pasaron en un insistente, reiterativo y aburrido juego de 'y tú más', más típico del patio de un colegio, que de señorías a las que se les presupone una cierta madurez, que a veces, dejan al desnudo la falta de ella. 

En resumidas cuentas, cada uno cumplió su papel y permitieron que se viera a un Rajoy triunfador de esta batalla. Triunfador porque no tuvo que luchar, porque no tuvo oposición seria, porque no se le pudo (o no se le quiso) poner en apuros. España necesita políticos capaces de ser alguien importante, y no a alguien que quiere ser un político capaz y no llega ni a importante.

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