A veces me viene a la cabeza cómo sería un pueblo catalán fuera de la realidad político-económico-social diferente a la que pertenece. Un pueblo libre e independiente, con autonomía total y plena sobre sus recursos, con toda la capacidad para auto-gobernarse. Habían conseguido lo que durante tanto tiempo habían buscado: la independencia.
España ya no era ese entorno geográfico que les ataba, un día decidieron separarse como cualquier otro matrimonio y empezar una nueva vida cada uno por separado. La verdad es que lo habían celebrado por todo lo alto.
Moneda propia, políticas propias...no tenían a ningún superior que les dijese nada. Y es que realmente no tenían a nadie superior. Europa no les aceptaba como Estado miembro de la Comunidad; su economía se vio abocada a la bancarrota porque su nueva divisa era demasiado débil en el mercado. Pero no me daba pena lo que veía en mi sueño, yo sólo me preguntaba "¿no querían libertad e independencia? Ahí la tienen".
Y es que dicen que cada uno tiene lo que se merece -o lo que busca con ahínco-, y los catalanes lo han hecho durante siglos. Luchan, gritan, enarbolan banderas bajo el grito de libertad - o freedom para verse más internacionales-. Siguen a un líder, su Mao Tse Tung, su Ché Guevara, su -según el propio presidente de la Generalitat- Martin Luther King que les regala los oídos con promesas de un futuro alejados de España, esa España cruel, ladrona, que pasa sobre sus arcas como un rodillo a la par que como un caco que se lleva todo su dinero.
Pero qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno, y qué difícil ver la viga en el propio. El papel de víctima es fácil de adoptar, incluso llega a ser cómodo. Lo complicado es levantarse de manera firme y decidida, reconocer el trabajo mal hecho y decir "mea culpa". El camino rápido es decir que España les roba el dinero, y no que ellos lo malgastan -y hasta malversan-. ¿Dónde está el dinero que les ha llenado los bolsillos en acciones como el 'Caso Palau'? ¿Dónde está el dinero del 'Caso de los Puyol'? Pero el malo es España.
"Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo porque me matas. Sin ti porque me muero."
Una frase que cae como un yunque en la realidad que vivimos. Cataluña no quiere de España, pero le encanta los beneficios que recibe. No quiero estar contigo, pero no me dejes sola. Tu me robas y me maltratas, pero sin ti no sería nadie, estaría sola y desamparada.
Artur Mas vende populismo, palabrería, charlatanería. Vive en un mundo de fantasía. Eso sí, está cómodo porque mientras entretiene al pueblo gritando 'Catalonia is not Spain', no atienden a su déficit en Sanidad, Educación, la pésima gestión económica... Y es que fue tan negro el panorama que me encontré en mi sueño, que preferí despertar y escuharles gritar, antes de contemplar a lo que podrían llegar.
Que los catalanes sigan soñando, gritando y peleando por un futuro solos. Que tan solos como quieren estar, se hundirán. Que sigan pensando que van a separarse, que sigan creyendo a Mas. Será él mismo quien les de con la realidad en la cara, y les demuestre que, otra vez, dará un giro a su timón y aquellos que quieren irse, tendrán que volver a sus casas, y continuar esperando algo que no les darán.