jueves, 21 de marzo de 2013

El nuevo nivel del experimento

La última ganadora del Premio Nobel de la Paz, ahora ha dado un nuevo giro de tuerca en el afán de asfixiar a la sociedad comunitaria. Para el nuevo nivel que ha alcanzado el experimento con el pretexto de la crisis le ha tocado el turno a Chipre. 

Si hasta ahora, para un rescate era necesario con tomar medidas de austeridad, la nueva prueba pide un corralito, para luego imponer tasas a las inversiones privadas, y luego poder conceder un rescate que acarreará las ya más que conocidas medidas de austeridad.

¿En qué están pensando? ¿Dónde tienen puesta la cabeza? Como si no fuera suficiente ya el sufrimiento que viven millones de ciudadanos en Europa, ahora llega la medida estrella de este 'austericidio' comunitario al que tienen sometido a los países del sur de la Comunidad. Se olvidaron la vergüenza en casa para llenarse la boca diciendo que esta medida es un éxito de toda Europa; un éxito a boca pequeña que lo único que consigue es poner la pisada sobre los mismos de siempre.

Si se necesitan clases medias para levantar un país, ¿por qué llenarles de cargas impositivas que le reduzcan, de manera notable, sus ingresos? Si queremos salir de la crisis, la vía de impuestos no es la única solución. Si quieren recibir más ingresos en las arcas públicas, impuestos al consumo es un suicidio, teniendo en cuenta el alto índice de paro y el bajo nivel de los salarios. ¿Dónde quedan las ayudas a la obtención de empleo? ¿Dónde están los incentivos para el empleo joven? 

Adrián BLOG lo ha dicho en más de una ocasión, y lo seguirá haciendo, ésta no es la vía, no es el camino para salir del bache en el que nos encontramos. Pero mientras que quienes mandan sigan haciendo oídos sordos y mirando para otro lado, así seguiremos. 

jueves, 7 de marzo de 2013

Matemos al mensajero...

Ahora resulta que para quitarte las culpas y los errores de encima, lo mejor es querellarte contra aquél que se atreve a destapar las miserias que tienes en casa (o al menos contra uno de ellos).

El Partido Popular (PP) cae en el error, a mi entender, de interpelar denuncias a un medio de comunicación que, simplemente, cumple con su deber de denunciar aquellas acciones irregulares que se producen en la sociedad, y los partidos políticos no iban a ser menos. 

Si bien es cierto que el PP es el partido que tiene por afición el intentar enmudecer a los medios de comunicación, es desagradable verlo cuando, por otro lado, intentan llenarse la boca defendiendo un Estado de derecho que, en una tercera vía, están intentando desmontar lentamente, pero con paso firme.

Se financian de manera irregular, se regalan sobresueldos y la culpa no es de ellos. Aún no hemos visto que se castiguen a ellos mismos por actuar de manera equivocada. Echan balones fuera, o lo intentan, pero siempre les sale mal. Las políticas de comunicación son tan nefastas como sus programas electorales. Siempre dejan mucho que desear.

Del "no me consta" pasamos a un "ya no trabaja con nosotros", para luego llegar al "le pagamos un finiquito prorrateado y teníamos que pagarle la seguridad social" para terminar descubriendo que, cuando realmente dejó de trabajar fue en enero de 2013; es decir, 'ayer'. 

¿Qué temen de Bárcenas? ¿Por qué no lo nombran? ¿Por qué no se querellan únicamente contra él y sí contra el medio que sacó a la luz los papeles? Son muchas las cuestiones que quedan en el aire, pero sin duda, el PP se equivoca, como de costumbre, de culpable.

Matemos al mensajero, pero al mensajero que no es de nuestra ideología, y no al verdadero culpable de nuestros males.

lunes, 4 de marzo de 2013

El ministro que debe dimitir

El señor Fernández Díaz, ministro del Interior, vuelve a la primera plana de la opinión pública debida a sus inapropiadas palabras sobre los matrimonios homosexuales. Si bien ya dejó claro su posición a este respecto, al afirmar que él fue uno de los propulsores del recurso de inconstitucionalidad al la ley del matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo, no contento con eso, ahora se atreve a decir que dichos matrimonios, dichas relaciones, ponen en peligro "la perpetuidad de la especie". 

Hay que ser poco perspicaz para caer en tal bajeza y quedarse tan pancho, como quien afirma que el agua es incolora, y creer que no pasará nada. Lo grave no es que el señor Fernández Díaz, como persona libre y responsable, tenga esa opinión; lo grave es que la de en calidad de ministro, en calidad de persona pública, de miembro de un Gobierno.

La libertad de expresión y de opinión, por suerte, es un derecho que todos tenemos, pero cuando se es miembro de un cargo público, y más cuando es a ese altísimo nivel, las palabras deben estar más medidas que nunca. La persona se deja a un lado, para pasar a ser el ministro. Por tanto, sus opiniones personales ya no valen. En esa situación, toda opinión que de, debe ser en base a la legislación vigente, y dicha legislación dice que los matrimonios homosexuales son totalmente constitucionales. Le guste o no. Eso no nos importa. Debe acatarlo, respetarlo y, en calidad de ministro, defenderlo. 

La homofobia de este señor, que sobrepasa límites insospechados, pone en jaque a su equipo y a su partido, que se vio sorprendido por las declaraciones del responsable de la cartera de Interior. Aunque lo más seguro es que no habrá sido tanta sorpresa como se ha querido dar a entender. Este es el problema que sufre España. La moral religiosa no debe entrometerse en las funciones públicas y políticas. No debemos agarrarnos a la fe como justificante de unos pensamientos y como razonamiento, pues esa misma fe religiosa católica ha demostrado estar demasiado desfasada con respecto a la sociedad que vivimos actualmente, y que, caso tras caso, se deja en evidencia que es la religión (católica en este caso), la menos indicada para dar consejos de moralidad o ser argumentario de moralidad, y mucho menos en el tema sexual.

Es vergonzoso tener como miembro del Gobierno a alguien de este nivel, que pierde toda legitimidad y todo merecimiento de respeto, puesto que él no lo tiene. Si para Fernández Díaz, la homosexualidad pone en peligro la perpetuidad de la especie, ¿qué pasa con las solteras que no tienen hijos? ¿qué pasa con las mujeres que no pueden tenerlos o que, simplemente, no quieren? ¿qué pasa con la propia religión? Es tan absurda su idea, como lo es su permanencia en el puesto que ostenta. 

Merecemos un Gobierno capaz, preparado, que sepa estar en el lugar que debe, y no lo que tenemos en este momento. Este ministro debe estar fuera. Su dimisión debería ser inminente, sin concesiones y con la mayor de las vergüenzas. Si no, no hay forma de evolucionar. Merecemos dirigentes que vivan en el siglo XXI.

viernes, 1 de marzo de 2013

Un partido perdido

El Partido Socialista vive una época convulsa propiciada por sí mismo, sus incongruencias y sus discrepancias internas. 

Una directiva débil, que será incapaz de quitarse de arriba la carga (pesada), del pasado más próximo con el último Gobierno nacional socialista; incapaz de hacer frente a un Gobierno popular que oprime a la sociedad española; e incapaz de mantener la calma y la tranquilidad dentro del propio partido.

Se quiere vender la imagen de un partido unido, que empujan todos a una, pero la realidad es bien distinta y eso no lo pueden negar. Cuando todo parecía que iba a tomar un único discurso, aparece el PSC y su votación en favor de la consulta de autodeterminación en Cataluña. Una facción del PSOE dividida en sí misma, y que trae más quebraderos de cabeza a la secretaría general. 

Rubalcaba no es lo que se esperaba, le es difícil conseguir que su partido encaje en una sociedad necesitada de referentes sólidos y capaces de hacer frente en aquellas instituciones en las que los ciudadanos no tienen voz propia. Y la principal causa es una, y es que el Partido Socialista Obrero Español, cada vez tiene menos de social y de obrero, y le es difícil recuperar esa imagen tras venderse al dinero, al mercado, al poder económico y dar de lado, en sus dos últimas legislaturas gobernando, a esa sociedad que lo tenía como principal referente dentro de los partidos de izquierdas. 

Necesitamos, todos, una regeneración política; pero el PSOE necesita regenerarse, sacar de sus entrañas a los viejos barones y poner en el escaparate a sabia nueva, capaz de reflejar y de llevar a la práctica las necesidades reales de la sociedad, sabiendo conectar con ellos. Sin eso, la crisis actual del partido, jamás dejará de sufrirse.