Ahora resulta que para quitarte las culpas y los errores de encima, lo mejor es querellarte contra aquél que se atreve a destapar las miserias que tienes en casa (o al menos contra uno de ellos).
El Partido Popular (PP) cae en el error, a mi entender, de interpelar denuncias a un medio de comunicación que, simplemente, cumple con su deber de denunciar aquellas acciones irregulares que se producen en la sociedad, y los partidos políticos no iban a ser menos.
Si bien es cierto que el PP es el partido que tiene por afición el intentar enmudecer a los medios de comunicación, es desagradable verlo cuando, por otro lado, intentan llenarse la boca defendiendo un Estado de derecho que, en una tercera vía, están intentando desmontar lentamente, pero con paso firme.
Se financian de manera irregular, se regalan sobresueldos y la culpa no es de ellos. Aún no hemos visto que se castiguen a ellos mismos por actuar de manera equivocada. Echan balones fuera, o lo intentan, pero siempre les sale mal. Las políticas de comunicación son tan nefastas como sus programas electorales. Siempre dejan mucho que desear.
Del "no me consta" pasamos a un "ya no trabaja con nosotros", para luego llegar al "le pagamos un finiquito prorrateado y teníamos que pagarle la seguridad social" para terminar descubriendo que, cuando realmente dejó de trabajar fue en enero de 2013; es decir, 'ayer'.
¿Qué temen de Bárcenas? ¿Por qué no lo nombran? ¿Por qué no se querellan únicamente contra él y sí contra el medio que sacó a la luz los papeles? Son muchas las cuestiones que quedan en el aire, pero sin duda, el PP se equivoca, como de costumbre, de culpable.
Matemos al mensajero, pero al mensajero que no es de nuestra ideología, y no al verdadero culpable de nuestros males.
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