Hace una semana, el ministro de Educación, Ignacio Wert lanzó una de sus múltiples perlas, aunque esta, quizá, sin haber medido previamente sus consecuencias. En referencia a Cataluña, no tuvo otra ocurrencia sino decir que quería "españolizar" a los niños catalanes para que se sintieran "tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes". ¿Y así pretende conseguirlo?
El sentimiento de orgullo por pertenencia a un territorio, o sentimiento de orgullo por unos símbolos, señor ministro, no se consiguen a base de imposiciones; querer superponer el sentimiento nacional (español) a cualquier otro tipo de expresión de apego, ya sea a un símbolo o a un territorio, no hace sino agravar esta situación por la que atraviesan las relaciones Cataluña-resto del Estado.
Obviar que en Cataluña ha existido un sentimiento independiente desde hace siglos, es como obviar que el sol aparece por el Este y se oculta por el Oeste. Hacer ojos ciegos y oídos sordos a la causa no la borra, no la elimina, no la hace menos notoria, seguirá estando ahí. Con mayor o menor fuerza.
Lo ridículo es que un ministro de Educación se llene la boca en decir tales atrocidades. Que un ministro de Educación, que últimamente quiere dar una imagen de preocupación e implicación para mejorar la calidad educativa española (que es para hablar detalladamente en otra ocasión) y a la que no le está haciendo ningún bien, empeora las cosas cuando abre la boca. Como se dice coloquialmente "cada vez que habla sube el pan", y nunca mejor dicho con este gobierno.
En definitiva, desde aquí mostramos el total rechazo a las palabras del ministro, nuestra oposición frontal a cualquier intento de opresión o imposición ante lo que es diferente a lo de uno mismo. Si quieren ciudadanos orgullosos de su país, desde luego que no están tomando el camino correcto. Por ahí, no se va.
1 comentario:
No aprenderemos nunca. Lo más natural, que cada cual decida lo suyo, se ha desnaturalizado de la forma más mezquina...
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