martes, 2 de abril de 2013

Sin respeto no hay respeto.

Hablando de política con un amigo cercano me espetó que no podía pedir respeto si no era capaz de respetar, en este caso, a quienes han sido elegidos por los ciudadanos en un acto de democracia. Ese fue el punto de partida para este articulo. ¿Y ellos? ¿respetan a quienes les votan, y a quienes no? ¿son merecedores de respeto cuando mienten, engañan a conciencia o se corrompen por dinero? 

Ese tan ansiado, exigido, pedido o implorado respeto no se tiene 'per se', se trabaja día a día, se gana con cada uno de nuestros actos y nuestras palabras, y los 'grandes políticos' de nuestro país, aquellos que están en las hojas de periódicos, en pantallas de televisión o en ondas de radio constantemente, los dirigentes de los grandes partidos, los mandatarios de las principales ciudades y Comunidades Autónomas, no están trabajando para ser merecedores de respeto, sino todo lo contrario. 

Con las medidas del Gobierno central, las de los Gobiernos autonómicos, así como todas y cada una de las causas de corrupción (EREs en Andalucía, Gürtel en Valencia, Palau en Barcelona, Bárcenas en Madrid, Pujol en Barcelona...) se han ganado a pulso que la ciudadanía ya no sólo esté cansada, sino que la sensación de hartazgo, de hastío hasta la saciedad llegue a sus más amplios límites. 

Asemejar los movimientos de defensa de las causas sociales con movimientos proetarras; condenar, machacar, señalar como delincuentes a quienes se manifiestan en pro de los derechos que les están siendo robados, no hacen dignos, ni merecedores de respeto a quienes 'dirigen' el rumbo de todo un país. 

"Cada palo que aguante su vela" decía María Dolores de Cospedal cuando saltó el caso de los papeles de Bárcenas; pues eso, ésta es la vela que a ellos les toca aguantar. Sin respeto no hay respeto. 

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