Hablando de política con un amigo cercano me espetó que no podía pedir respeto si no era capaz de respetar, en este caso, a quienes han sido elegidos por los ciudadanos en un acto de democracia. Ese fue el punto de partida para este articulo. ¿Y ellos? ¿respetan a quienes les votan, y a quienes no? ¿son merecedores de respeto cuando mienten, engañan a conciencia o se corrompen por dinero?
Ese tan ansiado, exigido, pedido o implorado respeto no se tiene 'per se', se trabaja día a día, se gana con cada uno de nuestros actos y nuestras palabras, y los 'grandes políticos' de nuestro país, aquellos que están en las hojas de periódicos, en pantallas de televisión o en ondas de radio constantemente, los dirigentes de los grandes partidos, los mandatarios de las principales ciudades y Comunidades Autónomas, no están trabajando para ser merecedores de respeto, sino todo lo contrario.
Con las medidas del Gobierno central, las de los Gobiernos autonómicos, así como todas y cada una de las causas de corrupción (EREs en Andalucía, Gürtel en Valencia, Palau en Barcelona, Bárcenas en Madrid, Pujol en Barcelona...) se han ganado a pulso que la ciudadanía ya no sólo esté cansada, sino que la sensación de hartazgo, de hastío hasta la saciedad llegue a sus más amplios límites.
Asemejar los movimientos de defensa de las causas sociales con movimientos proetarras; condenar, machacar, señalar como delincuentes a quienes se manifiestan en pro de los derechos que les están siendo robados, no hacen dignos, ni merecedores de respeto a quienes 'dirigen' el rumbo de todo un país.
"Cada palo que aguante su vela" decía María Dolores de Cospedal cuando saltó el caso de los papeles de Bárcenas; pues eso, ésta es la vela que a ellos les toca aguantar. Sin respeto no hay respeto.
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