martes, 8 de noviembre de 2011

La 'pelea' del 'cambio'


Tras el debate político entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, es el momento de los análisis, es el momento de las interpretaciones de cada uno, y como no iba a ser menos, Adrián BLOG también se va a pronunciar a este respecto.

Siendo objetivos pues, creo que es conveniente empezar observando desde fuera para ir entrando en materia de forma paulatina, el debate era el momento y lugar idóneo para que quedaran claras las propuestas de ambos candidatos, para que el electorado (indeciso o no) viese en sus parlamentos los motivos suficientes para, el próximo día 20 de noviembre, levantarse de sus sofás y acercarse a los colegios electorales, papeleta en mano, y ejercer el derecho y poder máximo en una democracia, el de poder votar libremente.

Sin embargo, nada de eso ocurrió, o al menos no a simple vista, o no por parte de ambos candidatos. Aún así, también es de vital importancia dar respuesta a todos aquellos que han dicho que el debate no es del todo válido pues sólo estaban reflejadas dos fuerzas políticas. Es cierto, no se equivocan, sólo hay dos fuerzas políticas, pero, como bien se han encargado de aclarar una y otra vez, aunque parece que no queda muy claro, es un debate entre los líderes de los partidos mayoritarios en el Congreso.

Partiendo de esto, dispongámonos pues a analizar la actuación de ambos "contrincantes". Ha sido un enfrentamiento tenue y suave por momentos, y bastante rudo y agresivo en otros, lo que lo ha hecho bastante interesante; pero no es menos cierto que, ha tenido un toque de humor en muchos momentos, debidos a las reacciones y contestaciones, involuntarias, por parte de ambos personajes.

El debate nos mostró a un Rubalcaba que sabía a lo que había ido, que tenía su papel bien aprendido, que sabía dónde tenía que atacar, por dónde tenía que ir y dónde debía hacer incapié. Quizá falló en mostrarse ante Rajoy como perdedor de las elecciones sin haberse celebrado aún (aunque el 70% de los españoles ya den por definitivos los datos de las últimas encuestas). Propuso y dispuso, llevó el tempo y el ritmo, como buen director de orquesta, sabía en qué momento debía dar más énfasis en su discurso, supo manejar la batuta y al final, toda la orquesta que supone el parlamento preparado, salió tal cual lo había presupuesto.

Supo asumir culpas y malas gestiones en los momentos en que formó parte del Gobierno, pero también intentó desmarcarse de la marca ZP, y poder instaurar su propia marca (Rubalcaba), mostrándolo como algo nuevo, diferente ya no solo del Gobierno actual, sino de su opositor (Mariano Rajoy) y su partido (Partido Popular). Un arranque dubitativo y titubeante lo mostró débil en el inicio, pero su casta, su raza y su experiencia salieron a relucir. Matrimonios homosexuales, recortes en educación y sanidad, políticas sociales, seguridad y defensa, economía, recortes en administración... Ahí quiso llegar Rubalcaba, lo intentó y no siempre lo consiguió.

Por su parte, Rajoy se mostró débil, a pesar de ser el tercer debate electoral al que se enfrenta. Sorprendido en cada una de las referencias que se le hacía a SU programa electoral, no supo dar propuestas, no sabía dar ideas, desaprovechó esa oportunidad. Prefirió en todas y cada una de sus intervenciones, hacer referencia al pasado, a lo hecho por Zapatero, intentando mostrar a Rubalcaba y el actual Presidente como la misma cosa.

No entró al trapo en nada, no quiso mojarse, y decía lo que la gente quiere oír, en ningún momento dijo lo que de verdad piensa, conocedor de que, si lo hace, perdería de un plumazo todo lo que ha conseguido (sin olvidar de que no accederá al Gobierno por méritos propios, sino ajenos, es decir, DE REBOTE). Esquivo ante los temas realmente importantes, dubitativo, no supo mantener una actitud de contrincante, sino que se limitó a, desde su asiento, verlas venir por uno y otro lado y despejarlas como buenamente pudo.

El momento de las despedidas, otra decepción más. Un Rajoy firme, avanzaba que tiene las claves para salir, pero yo me pregunto ¿cuáles son?, porque aún no las ha dicho, y ha perdido un momento perfecto para dejarlo claro. Rubalcaba, por su parte, reconocía que será duro y difícil salir, pero que hay que confiar y que él, confía.

La cuestión es creer, y a partir de ahí, empujar, todos juntos, para que España recupere la situación digna que merece, el lugar de honor que ha perdido y volver a ser, por derechos propios, el cuarto país de la UE. Ahora toca esperar al 20-N, ver los resultados... y que Dios, o quien haya allí arriba, nos pille confesados.

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