El proceso de autodeterminación en el que está encarrilado el Gobierno de Catalunya no deja de estar en la boca de todos. Y digo bien. En boca de todos. Todo el mundo habla y opina sobre la materia, pero al final, ¿quién va a decidir? ¿quién tiene que decir si seguimos juntos o no?
Que éste portal ha hablado en múltiples ocasiones sobre esta cuestión es una obviedad que ni pretendemos, ni buscamos, ni queremos esconder. Que hemos criticado muchas veces los modos en los que se está llevando a cabo el asunto, tampoco podemos negarlo. Y que jamás hemos creído, ni pensamos, que el pueblo catalán no tiene derecho a dar su opinión es algo que está plasmado en múltiples post.
Pero en esta ocasión, nos trae a hablar de la consulta el mero hecho de que, si se piensa fríamente, no sólo los catalanes deben decidir qué hacer con su futuro. Quieran o no, directamente su futuro afecta al resto de España. La una se queda sin la otra. El todo, se queda sin una parte. Y en esa materia, tanto unos como otros tienen derecho a decidir qué hacer.
Unos quieren decidir si se quedan o se van. El resto tiene también su derecho a exigir que le consulten si quieren dejar, o no, que Catalunya se vaya. Formamos parte de un contexto social, cultural, económico y político común, y por ello, la decisión debe ser común. Para lo bueno y para lo malo.
Por tanto, abogamos por esa vertiente de opiniones que plantean la petición de que, en caso de que esa consulta se lleve a término, que sea para todos. Porque aunque no vivamos en Catalunya, sí es cierto que forma parte de nuestro territorio nacional y, sólo por ello (que no es poco), debemos ser todos quienes decidamos qué pasa.
¿Quieren separarse? De acuerdo. Pero que sea con el consenso de todos. Estamos en un Estado Constitucional. Una Constitución de todos, y por ello, todo lo que afecte a la Carta Magna, a lo que ella expresa, debemos ser todos quienes decidamos.
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