Un día después de la huelga general, tocan las valoraciones. Hacer un balance de los datos ofrecidos por convocantes o las fuentes del Gobierno es nadar en un charco profundo, aunque realmente sí se puede afirmar que los 35000 asistentes a la manifestación de Madrid que dio la delegada del Gobierno en la capital son, cuanto menos, irrisorias. Y lo son por dos motivos, porque es imposible que estando la cabecera de la manifestación en la Plaza de Colón y la cola aún no haber salido de la Estación de Atocha, sólo se puedan contabilizar 35000 almas, cuando entre un punto y otro hay, al menos, 25-30 minutos andando; y, por otro lado, porque es imposible que en dimensiones con el Madrid Arena, se haya dicho que en ese recinto hubiese 20000 personas durante la desgraciada fiesta de halloween y en la manifestación de ayer sólo la distancien una cifra de 15000. Son aspectos ilógicos.
Tan ilógicos como el tratamiento mediático de los medios de comunicación, y en esta ocasión haré mención a los medios impresos. ABC, EL MUNDO o LA RAZÓN, en su línea habitual de seguir el camino gubernamental, desoyen todo lo que en las grandes marchas de las ciudades españolas se dijo; hacen vista ciega a la realidad patente y palpable de que, en total, se contaban por millones los ciudadanos movilizados; y defienden hasta lo indefendible una hoja de ruta que está llevando a este país al abismo más absoluto.
Sin embargo, no hay que perder de vista que, tal y como los propios sindicatos reconocieron, el seguimiento de la huelga durante el día fue más tibio que durante la pasada huelga del 29-M, lo que nos tendría que llevar a cuestionarnos si la huelga general es, actualmente, el remedio eficaz para hacer recapacitar y reaccionar a un Gobierno incapaz e ineficaz desde el primer minuto.
¿No es más práctico y más contundente reducir las protestas a manifestaciones? ¿No es más llamativo hacer las exigencias en manifestaciones conjuntas con todos los grupos sociales? ¿No es ése un modo más eficaz de demostrar lo unido que está el pueblo ahora mismo? ¿No se llegaría más lejos?
Aún así, seguimos planteando que, por muy necesario que sea movilizarse, es inaceptable e inadmisible que se sigan produciendo hechos como los llevados a cabo por múltiples piquetes 'informativos', que tenían más de coacción que de información. No se puede permitir que se le exija a alguien que no lleve a cabo su derecho al trabajo, así como tampoco se puede denostar, vilipendiar, menospreciar y demonizar a aquellos que sí quisieron hacer huelga.
Porque hacer huelga no es ser vago; porque hacer huelga no es ser ciudadano de segunda o de tercera; porque hacer huelga no te convierte en un 'no ciudadano de bien'; porque no eres menos español por hacer huelga, ni se es mejor ciudadano por, simplemente, no ser crítico con los dirigentes. Dicho esto, ojalá que las cosas cambien. El país, y sus ciudadanos, lo necestian.
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