jueves, 9 de mayo de 2013

A buenas horas...

Después de seis años de crisis económica internacional, Bruselas comienza a reconocer -o al menos eso parece- que las decisiones tomadas no han sido las adecuadas para intentar solventar los problemas de los países más afectados. Desde Grecia a Chipre, pasando por Portugal e Irlanda, las medidas llevadas a cabo no han hecho sino ahondar aún más los problemas, y ahogando cada vez más fuerte a las economías locales de los países rescatados. 

El vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Olli Rehn, ha sido el primero en ponerse al frente dentro del núcleo decisional, y avisar de que el camino tomado no es el más adecuado. Desde su postura pide un cambio en la dirección por parte de los organismos que tienen poder en el asunto: Eurogrupo (los 17 ministros de Finanzas de la zona euro) y la Troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional).

Pedir un cambio de rumbo seis años después, tras ver cómo las medidas tomadas para Grecia no daban resultado desde un principio; y cómo Portugal sigue en una depresión económica constante, resulta casi de chiste en un momento en el que se ha llegado al temido corralito en Chipre, lo que ha supuesto un crac de terribles dimensiones en la isla mediterránea. Una sucesión de malas ideas son las causantes de que el euro cada vez esté más en entredicho y la Unión avance ferozmente hacia la desunión. 

Incapacidad en las políticas comunes; demasiada subordinación a los intereses germanos -en su afán por las medidas restrictivas por el control del déficit público-; así como falta de ideas reales, sólidas y con la suficiente consciencia y realidad social y económica de la Unión. Éstas son algunas de las causas que han llevado a la UE a un abismo sin precedentes. Por más renegociaciones que se hagan para las ayudas, el fin del túnel no se atisba en el horizonte, y es algo que debe llevar a los líderes europeos a plantearse si lo que están haciendo realmente merece la pena. 

Hacer sufrir a toda la zona por un empeño local; sobreponer el interés particular ante el interés general no son las formas de poder llegar a acuerdos comunes. No se pueden pedir acuerdos cuando cada uno intenta 'barrer para casa'. Reconocer ahora que las cosas se están haciendo mal, después de seis años de intensos y profundos fracasos y errores políticos y decisionales es, cuanto menos, una pantomima para los ciudadanos. A buenas horas, mangas verdes.

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